lunes, 30 de mayo de 2016

FUERZA



Capacidad para superar resistencia exterior y resistirlos a través de esfuerzos musculares (Zatziortski, 1970).

En la práctica, el concepto de fuerza se utiliza para explicar la característica fundamental del movimiento arbitrario de un individuo en el cumplimiento de una acción motora concreta.

Desde el punto de vista fisiológico, los factores que limitan la fuerza son éstos:

n el diámetro transversal de los músculos y, por tanto, su dimensión.
n la frecuencia de impulsos que las neuronas motoras transmiten a los músculos. n el nivel de sincronización de las unidades unitarias.

Las personas sedentarias no logran utilizar contemporáneamente más del 30-50% de sus unidades, mientras que las personas particularmente entrenadas y dotadas pueden emplear casi la totalidad de las unidades motoras disponibles, activadas sincrónicamente en esfuerzos máximos.

CONSTITUCIÓN DE LOS MÚSCULOS

Fibras F.T. II A rápidas : Tiempo de contracción de 30 minutos los umbrales de excitación son cazables, tienen gran cantidad de mitocondrias, tiene una cantidad mesurable de hemoglobina, muchos capilares, muchos fosfágenos, gran cantidad de enzimas activas, aerobio, anaerobio.

Fibras F.T. II B muy rápidas: Tiempo de contracción de 20 minutos, fácil de cansarse, el umbral de excitación muy alto, pocas mitocondrias, poca cantidad de hemoglobina, pocos capilares, poco fosfágenos y enzimas de metabolismo anaerobio.
Fibras S.T. o lentas: Tiempo de contracción lento, 75 minutos, su nivel de excitación, bajo; alta concentración de hemoglobina, poca concentración de fosfágenos, su enzima alterna los metabolismos aerobios, lípidos y los hidratos de carbono.

Desde los 7 u 8 años hasta los 12 ó 13, no se producen más incremento de la fuerza que la debida al  crecimiento físico. A partir de los 14 años es cuando aumentan los músculos, primero de longitud y después en grosor. En la etapa siguiente a la pubertad, es cuando el desarrollo de la fuerza es más vertiginoso. A partir de los 17 hasta los 20 años se completa el crecimiento de la masa muscular. Desde los 20 a 28 años se perfecciona o mantiene la evolución de la fuerza. Después de los 28 años se pierde poco a poco la capacidad fuerza, en un 10 a 15% de la fuerza máxima por década.

El Aumento De La Fuerza

El aumento de la fuerza muscular, que es la forma exterior de las adaptaciones del organismo, depende de la intensidad y de la repetición de los estímulos que componen el tipo de trabajo del aparato motor. El estímulo de entrenamiento está constituido por una tensión muscular posiblemente elevada que puede ser de especie y de tipo diversos: una tensión isométrica, un desplazamiento de una carga elevada a velocidad reducida o de una carga reducida a velocidad elevada.

Los estudios sobre la intensidad del estímulo de entrenamiento necesario para el aumento de la fuerza muscular han demostrado que tal intensidad no debe ser inferior a 1/3 de la fuerza máxima. Si queremos  que la intensidad del estímulo produzca un efecto de entrenamiento es preciso que se aumente la fuerza y que , para los atletas en proceso de entrenamiento, alcance el 80-95% de la máxima. En la práctica deportiva, se considera oportuno que el estímulo sea igual a la fuerza que se desarrolla en las condiciones de un ejercicio específico o que sea incluso mayor.

Por tanto, el desarrollo de la fuerza muscular hace que sea necesario que la intensidad del estímulo vaya creciendo continuamente. Un estímulo estandarizado termina por reducir el “límite de la fuerza”, impidiendo su posterior desarrollo o incremento. Este límite es tanto más amplio con respecto a los valores iniciales, cuanto menos son los músculos entrenados. La velocidad en el aumento de la fuerza, desde los valores iniciales al “límite de la fuerza”, depende del sexo, de la edad, del grupo muscular que se trabaja y del “límite de la fuerza” que es posible alcanzar.

El aumento del nivel de la fuerza, después de haber conseguido un “límite” estable, sólo se ve garantizado por un entrenamiento intensivo (empleo de medios más eficaces y mayor volumen del entrenamiento).


Estas tesis a las que nos referimos son de carácter general y necesitan ser concretadas en lo referente al tipo de medios que se deben utilizar. Los datos que nos han proporcionado A.V. Korobkov (1953), V.S. Gerasimov (1953) y I.G. Vasiliev (1954) coinciden en el hecho de que, en las etapas iniciales del entrenamiento. La fuerza crece de manera relativamente uniforme, independientemente de las cargas utilizadas (pesadas o ligeras). 

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COMO TRABAJAN? LOS GLICONUTRIENTES.

   
https://www.youtube.com/watch?v=LpM527QTavw

En 1996 una publicación prominente de medicina llamada Bioquímica de Harper, agregó un capítulo llamado glicoproteínas. Este descubrimiento establece que todos los mamíferos deben sintetizar ocho gliconutrientes esenciales para conseguir una función adecuada del cuerpo, además de estos azúcares se requiere 72 elementos trazos, ácidos grasos, aminoácidos y 26 vitaminas. Los gliconutrientes se adhieren a la superficie de las células para formar glicoproteinas, proceso indispensable para la comunicación celular y el buen funcionamiento del sistema inmunològico. Aquellos que no producen las ocho formas de glionutrientes correctamente desarrollaran algún tipo de enfermedad. Esto está comprobado y aceptado científicamente
¿COMO SE PRODUCEN LOS GLICONUTRIENTES?
El proceso para producir las ocho formas de gliconutrientes es muy complejo, dos de los ocho gliconutrientes necesarios para la comunicación celular se encuentran ampliamente en la naturaleza, por lo que son asimilada por el organismo en el consumo de los alimentos de la dieta diaria, estás son la glucosa y la galactosa.


, se adhieren a moléculas de proteína en la superficie de las células y forman unas estructuras llamadas glicoproteínas a través de las cuales, el cuerpo transmite mensajes biológicos. Así es. Las células no son planas o lizas, tienen como unos vellosidades o antenitas que salen de sus superficies y a través de ellas se comunican entre sí cuando se tocan unas a otras. El premio nóbel de Medicina de 1999 fue reconocido por este descubrimiento.
Los gliconutrientes que se encuentran adheridos a estos pelitos son los mensajeros de todas las diferentes necesidades de las células. Se llama la comunicación celular.
Estos monosacáridos ayudan a pasar “mensajes” para apoyar necesidades corporales tales como la de nutrición, reparación, protección y también ayudan a alertar al sistema inmune y a dirigir su tráfico. Las células utilizan su propio idioma el “código de las azúcares” para comunicar qué tipo de células son, si están sanas o enfermas, para reconocer otras células y agentes patógenos como virus, bacterias y microbios. 






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martes, 24 de mayo de 2016

RESISTENCIA A LA RAPIDEZ



Es necesaria cuando el esfuerzo máximo se halla comprendido entre los 10 y los 35 segundos. De esta forma, limita con la rapidez por un lado y con la resistencia de corta duración por el otro.

La rapidez debe producirse en periodos y distancias que impliquen una disminución de la potencia de trabajo. En este ámbito, el entrenamiento parece dar buenos resultados. Este campo se conoce cono resistencia a la rapidez, que es la capacidad de producir una prestación de rapodez de carácter cíclico durante un periodo largo con una disminución de la frecuencia mínima.

El entrenamiento para la resistencia a rapidez incluye pruebas que pueden ser de diversa duración:

-Pruebas de corta duración (4- segundos). Así, en carreras, 3-60 metros por 3-5 veces, periodos de recuperación de 1’30’’-2’, 6’-8’ entre las series.

Pruebas de duración media (8-20 segundos. Carreras de 100-150-200 metros por 2-3 pruebas por 2-3.

-Pruebas de larga duración (20-30 segundos). 250 metros en carreras y 2x300-500 

Resistencia  Anaeróbica Alactácida (corta duración) (RCD)

Es la llamada resistencia de la fuerza, resistimos al hacer fuerza. Depende de las reservas de fosfágeno  (CrP y ATP).

Por lo tanto, a mayor fosfágeno  mayor resistencia.

En el  entrenamiento, aumentamos las reservas de fosfágenos, tostándolos con esfuerzos, cortos de máxima intensidad e intervalos largos de descanso.

Además de una elevada potencia aeróbica, que constituye la base  sobre la que se apoya el condicionamiento específico,  es necesario poseer una capacidad anaeróbica muy elevada. Este tipo de resistencia se ve condicionada de forma determinante por la resistencia a la fuerza (para el impulso propulsor) y por la resistencia a la rapidez (por la elevada frecuencia de movimientos)

El porcentaje de fibras rápidas (FT) es claramente  superior.

Desde el punto de vista biológico, las disciplinas que entran en este ámbito constituyen un eslabón intermedio entre las prestaciones de fuerza/rapidez y las prestaciones de resistencia. En este segmento temporal, los músculos únicamente pueden utilizar las reservas de energía locales: ATP, CP y glucógeno. La producción de glucosa y su paso de la sangre al músculo requieren cerca de un minuto y constituyen en un  porcentaje reducido al reabastecimiento de energía.

Resistencia Anaeróbica Lactácida (media duración) (RMD)

Es la llamada resistencia de  la rapidez. Consiste en resistir la aplicación de carga de fuerza y frecuencia óptima de movimientos.
Esta resistencia depende de

v Resistir altos valores de lacticidemia
v Eliminar ácido láctico durante la actividad competitiva.

Se logra con cargas que provoquen mucho ácido láctico y como consecuencia, aumento de las reservas alcalinas.

Las cargas de entrenamiento no deben ser inferiores a 180-190 p/m.
Se hace necesaria cuando la prestación se encuentra comprendida en un margen temporal que va de los 2 a los 10 minutos.

Además de la participación del mecanismo aeróbico, también se aprecia una destacada intervención de los procesos anaeróbicos, cuya contribución puede llegar hasta el 3540% de la energía total en las pruebas más breves. El carburante que se utiliza habitualmente es la glucosa.

Este tipo de resistencia  abarca tanto a la potencia aeróbica como a la capacidad lactacida, que permite resistir durante más tiempo concentraciones de lactato cada vez mayores. El sistema cardiocirculatorio y el VO2 son estimulados al límite de sus posibilidades.

Es indispensable que la “base” de resistencia de larga duración  se encuentre ya ampliamente desarrollada antes de comenzar con el entrenamiento específico para este componente.

Para desarrollar la capacidad lactacida es necesario incidir  en el proceso de recarga del ATP. La intensidad de las pruebas debe ser lo suficientemente elevada en relación a la distancia que se debe recorrer.

Resistencia  Aerobia (larga duración). Resistencia general.

Es necesaria para
v  La recuperación óptima del deportista para los trabajos de alta intensidad.
v  Colaborar con los esfuerzos anaeróbicos
v  

Eventos de larga duración

RESISTENCIA DE LARGA DURACIÓN (RLD)

Entra en juego cuando el tiempo necesario para recorrer la distancia establecida es superior a 10 minutos.
La prestación se desarrolla casi exclusivamente en condiciones aeróbicas y son principalmente los sistemas oxidativos los que suministran la energía. Los sistemas cardiocirculatorio y respiratorio se ven involucrados de forma notable. La incidencia del mecanismo aeróbico resulta de extrema importancia. 



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sábado, 21 de mayo de 2016

III. LAS CAPACIDADES FÍSICAS





Las cualidades o capacidades físicas son los componentes básicos de la condición física y por lo tanto elementos esenciales para la prestación motriz y deportiva, por ello para mejorar el rendimiento físico el trabajo a desarrollar se debe basar en el entrenamiento de las diferentes  capacidades.
Aunque los especialistas en actividades físicas y deportivas conocen e identifican multitud de denominaciones y clasificaciones las más extendidas son las que dividen las capacidades físicas en: condicionales, intermedias y coordinativas; pero en general se considera que las cualidades físicas básicas son: 

Resistencia: capacidad física y psíquica de soportar la fatiga frente a esfuerzos relativamente prolongados y/o recuperación rápida después de dicho esfuerzo. 

Fuerza: capacidad neuromuscular de superar una resistencia externa o interna gracias a la contracción muscular, de forma estática (fuerza isométrica) o dinámica (fuerza isotónica). 

Velocidad: capacidad de realizar acciones motrices en el mínimo tiempo posible. 

Flexibilidad: capacidad de extensión máxima de un movimiento en una articulación determinada. 

Todas estas cualidades físicas básicas tienen diferentes divisiones y componentes sobre los que debe ir dirigido el trabajo y el entrenamiento, siempre debemos tener en cuenta que es muy difícil realizar ejercicios en los que se trabaje puramente una capacidad única ya que en cualquier actividad intervienen todas o varias de  las capacidades pero normalmente habrá alguna que predomine sobre las demás, por ejemplo en un trabajo de carrera continua durante 30 minutos será la resistencia la capacidad física principal, mientras que cuando realizamos trabajos con grandes cargas o pesos es la fuerza la que predomina y en aquellas acciones realizadas con alta frecuencia de movimientos sería la velocidad el componente destacado. 

Por lo tanto la mejora de la forma física se deberá al trabajo de  preparación física o acondicionamiento físico que se basará en el desarrollo de dichas capacidades o cualidades físicas y de sus diferentes subcomponentes, el éxito de dicho entrenamiento se fundamenta en una óptima combinación de los mismos en función de las características de cada individuo (edad, sexo, nivel de entrenamiento, etc) y de los objetivos y requisitos que exija cada deporte. 

LA RESISTENCIA


La resistencia es la capacidad de realizar un trabajo con efectividad por largo tiempo; esta es la esencia de cualquier definición sobre esta capacidad.

La pérdida de la efectividad está dada por la aparición de la fatiga. Hay autores que definen la resistencia como lucha contra la fatiga.

Evolución De La Resistencia

En la iniciación deportiva (primer año de la vida deportiva), se comienza a constatar en el joven atleta una serie de cualidades orgánicas para enfrentar las tareas del entrenamiento, aumento de las capacidades cardiovasculares y respiratorias (entre nueve y trece años), de forma general en estas edades, inicio de la vida deportiva. Los ejercicios deben evitar las zonas anaeróbicas y por lo tanto utilizar sólo aquellos de competición.

Según VINUEZA y COLL, a partir de esta edad y sobre todo con la aparición de proceso de maduración sexual, no existe un incremento proporcional en el desarrollo de la resistencia, se produce un retroceso a nivel fisiológico.

Cuando se ha logrado la madurez sexual, el nivel de rendimiento aumenta y entre los 16 y 17 años se logra un 85% de su capacidad máxima de resistencia, prevaleciendo durante esta fase, trabajos de resistencia aeróbica.

Hasta los 21 años, aproximadamente, aumenta el valor de resistencia aeróbica, por lo que no se logra el nivel máximo general en esta etapa; por lo que predominará el trabajo aeróbico sobre el anaeróbico.

Cuando esta edad ha sido rebasada y con el desgaste sufrido por el entrenamiento, el elemento elástico va perdiendo su propiedad y esto revierte también a nivel cardíaco, lo que implica un límite superior de frecuencia cardíaca que paulatinamente va disminuyendo y progresivamente  y de forma lenta se vuelve de nuevo a un predominio de trabajo aeróbico sobre el Anaeróbico que va aumentando proporcionalmente con la edad hasta los 60 – 65 años en condiciones óptimas y en algunos hasta los 80.

TIPOLOGÍA DE LA RESISTENCIA

RESISTENCIA A LA FUERZA

Es la capacidad del organismo de repetir muchas veces tensiones relativamente elevadas durante prestaciones de media y larga duración.

A los 19 años, la capacidad de conservar durante un periodo prolongado una alta estabilidad funcional  de los procesos nerviosos fundamentales se encuentra ya cercana al máximo, permitiendo mantener un esfuerzo intenso durante un espacio de tiempo prolongado.

El volumen del miocardio y la expulsión sistólica se encuentran ya muy cercanos a los valores del adulto, por lo que la capacidad de adaptación del sistema circulatorio a cargas de trabajo prolongadas en el tiempo es elevada.

Con un trabajo moderado a nivel de “steady state”, los músculos trabajan  al 30% aproximadamente de la fuerza dinámica máxima (Sjogaard, 1986).

La resistencia a la fuerza puede entrenarse, además de con acreditaciones generales, de forma específica, tanto con el gesto de competición  como tratando de aumentar la carga voluntariamente. La ejecución debe imitar lo más exactamente posible el gesto específico.

Para evaluar de forma general la fuerza resistente, se puede utilizar  el entrenamiento en circuito mediante tests máximos.

La resistencia a la fuerza implica una carga del 30 al 70% respecto a la máxima, realizada a velocidades medias.



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lunes, 16 de mayo de 2016

II. CONCEPCIÓN FILOSÓFICA DEL ENTRENAMIENTO DEPORTIVO


Antes de comenzar a escribir sobre temas específicos del Entrenamiento Deportivo, siento la necesidad de presentarme ante Uds. definiendo mi concepción filosófica del deporte. Al respecto estoy convencido que el deporte debe ser un medio y no un fin en sí mismo, un medio de educación, un medio de formación y un medio de desarrollo de las Capacidades Motoras y de las Habilidades Básicas o Fundamentales.
Lamentablemente esta concepción no está inserta en la sociedad y hoy Deporte y Educación son dos conceptos contrapuestos. La problemática del niño y el deporte por un lado y el caos generado por el doping y la violencia en el campo de juego, por el otro, hablan a las claras de la distorsión del deporte como agente educativo.
Analizando al deporte según la concepción ideal, me referiré al prestigioso expositor Norberto Alarcón, a quien en repetidas ocasiones escuche definir al Deporte como:

"ACTIVIDAD LÚDICA, SUJETA A REGLAS FIJAS, DE CARÁCTER AGNÓSTICO REALIZADA CON IMPULSO Y CON FRUICIÓN"
Adhiriéndome a esta definición, paso a detallarles el minucioso análisis que hace el citado profesor:

El Deporte:
        Es actividad porque implica acción, movimiento... 
        Es lúdico porque recrea, re-crea estados de plenitud del hombre... 
        Tiene reglas fijas que esencialmente lo diferencian del juego... 
        El carácter agonístico define la competitividad y el espíritu de lucha y superación... 
        Su ejecución impulsiva manifiesta las pulsiones primitivas y conductas ancestrales del hombre... 
        La fruición con que se practica habla de la pasión, de plenitud, de gozo, de placer,... 

Introduciéndonos en el tema específico del Entrenamiento Deportivo y partiendo de un análisis semántico definimos al mismo como "un área especializada de la educación física que mediante un proceso biológico y pedagógico conduce al deportista a alcanzar el estado de forma deportiva".
Haciendo un primer análisis de esta definición decimos que es un proceso por que transcurre en el tiempo, no siendo factible que el entrenamiento se considere como una situación eventual. Ese proceso además se debe desarrollar desde una concepción filosófica que valore al hombre como un ser integral que se manifiesta bajo tres conductas fundamentales, una conducta afectiva volitiva, una conducta cognitiva y una conducta psicomotriz, que a prima facie y haciendo un análisis del medio de desarrollo de cada una de estas tres conductas, encontramos tres ámbitos bien definidos: la familia, la actividad áulica en la escuela y la Educación Física respectivamente. Como bien se expuso estos son los ambiente donde se prioriza el desarrollo de una u otra conducta, pero debe quedar bien en claro que siempre el hombre debe ser considerado como un ser integral, un ser pensante, sensitivo y con necesidad de movimiento.

Profundizando aún más esta concepción analizaremos a continuación las nombradas conductas, desde la perspectiva del Entrenamiento Deportivo:

Conducta Afectiva Volitiva: haciendo hincapié en los sentimientos y en los aspectos motivantes que llevan al hombre a adoptar al deporte, con sus grandes valores formativos, como una forma de vida, así como también a considerar toda la carga emotiva y sentimental de su vida diaria, con sus alegrías y tristezas, sus ilusiones y sus decepciones, sus ambiciones y sus fracaso.
Conducta cognitiva: referente al conocimiento y a la necesidad de que el deportista sea considerado como un ser pensante y por lo tanto capaz de incorporar conocimientos que fundamenten su actividad deportiva, sin descuidar su formación cultural.

Conducta Psicomotriz: La conducta especifica de la actividad deportiva, pero no por ello la única conducta importante para el Entrenamiento Deportivo. Para su estudio analizaremos al movimiento clasificando a la actividad motora y distinguiendo a las Capacidades Motoras de las Habilidades Motoras así como también a las Capacidades Condicionales de las Capacidades Coordinativas y a las Habilidades Básicas o Fundamentales de las Habilidades Deportivas.



Continuando con el análisis especifico de la definición citada, abordamos al entrenamiento como un proceso pedagógico y como un proceso biológico, para clarificar aún más el concepto, podemos nombrar a estos procesos desde dos perspectivas bien definidas, desde la perspectiva de la educación y desde la perspectiva de la fisiología respectivamente. Si abordamos el tema desde un análisis más profundo, entendemos que los Periodos de Entrenamiento son estadios sucesivos de un Proceso Pedagógico (paidos: niño y Gogos: guía, tutor) y que las tan ansiadas fases de la Forma Deportiva, son estadios sucesivos de un Proceso Biológico.

A partir de estos nombrados procesos se desprenden seis áreas básicas que planteadas por Lev Matveiev, de donde se desgranan infinidades de temas que deben ser tenidos en cuenta en un proceso de Entrenamiento Deportivo.
Para finalizar con este primer análisis semántico del Entrenamiento abordamos al objetivo final del mismo o sea al Estado de Forma Deportiva, definiéndolo como el estado de predisposición óptima para la consecución de los logros deportivos, caracterizándose como un periodo de las más audaces intrepideces, basado en la seguridad de las propias fuerzas del deportista, en pro de la consecución del éxito deportivo.
Es oportuno señalar que en el proceso de desarrollo hacia la Forma Deportiva, se deben desarrollar tanto las Capacidades Motoras como las Habilidades Motoras, siguiendo un orden lógico de desarrollo que va desde lo poco a  lo mucho, de lo simple a lo complejo y de lo conocido a lo desconocido.- Debemos considerar que para un mejor estudio y desarrollo de cada una de estas Capacidades y/o Habilidades, las mismas se subdividen en tipos y/o áreas, clasificación que encontraran detallada en los apartados específicos referentes a cada una de las citadas capacidades y que finalmente se ordenaran y sistematizarán para su desarrollo en el apartado de Periodización del Entrenamiento Deportivo.

Esperando que esta presentación sirva para que Uds. los lectores tengan una referencia acerca de mi concepción filosófica respecto al Deporte en general y al Entrenamiento Deportivo en particular, me dispongo a comenzar a desarrollar secuencialmente los ejes temáticos de mi especialidad esperando que este sea un sitio inicial para una comunicación fluida entre Uds. los lectores de la página y quien les escribe.

Finalmente quiero trasmitirles mi deseo de brindarme integralmente para esta nueva metodología de publicación, agradeciendo a los propietarios de esta página la oportunidad que me brindan al permitir expresarme por este medio.

El entrenamiento infantil


 La acepción más extendida del concepto de entrenamiento deportivo es aquella que lo relaciona con el proceso llevado a cabo para la mejora del rendimiento en las competiciones. Sin embargo, el entrenamiento deportivo también pasa por ser un medio interesante para la formación integral de los jóvenes, mediante la aplicación de una metodología más educativa.

1. Principios del entrenamiento infantil

El proceso del entrenamiento infantil en su conjunto se realiza sobre la base de determinados principios, reglas o normas. Habitualmente se parte de dos grandes bloques que los engloban a todos:
-     Principios biológicos, los que afectan los procesos de adaptación orgánica del deportista–alumno.

-     Principios pedagógicos, los que de alguna manera incluyen la metodología empleada durante el proceso de entrenamiento. 
Biológica y evolutivamente, la formación multilateral favorece los procesos de maduración y desarrollo de acuerdo a los períodos sensibles del mismo, y evita un excesivo desgaste unilateral precoz.

En el entrenamiento infantil se deberían anteponer objetivos educativos globales a otros objetivos más puntuales pero con menos proyección en la formación deportiva del niño, aunque su consecución sea a medio y largo plazo. Esta formación es un proceso largo y complejo que no conviene acelerar en aras sólo del éxito inmediato.

La finalidad que se persigue en el entrenamiento con niños es la expansión de todas las posibilidades motoras para conseguir un amplio repertorio de movimientos. Así, se podrían aprender formas motrices específicas, con mayor facilidad y rapidez y de forma más estructurada. 


El objetivo no es un incremento demasiado rápido de los rendimientos deportivos que, aunque factible, tendría poca duración ya que iría ligado a una sobresaturación temprana por el deporte.

2. Proceso de enseñanza-aprendizaje

El proceso de enseñanza-aprendizaje deberá ser un proceso individualizado. Por no ajustarse en sus métodos (centrados sobre todo en la demostración y repetición como vía de adquisición de las técnicas) al ritmo de desarrollo del niño y a sus intereses, formas de comprensión, atención, etc., se convirtió muchas veces en un mero adiestramiento (un "mini entrenamiento" mimético del de los adultos) y no en una verdadera educación.
Paradójicamente, resultaba de este modo poco motivante para muchos niños, que deseaban más el juego motriz libre que las sesiones de aprendizaje rígidamente programadas.
Por carga de entrenamiento se entiende la cantidad de trabajo (o trabajo pausa) realizado, expresando así el nivel de exigencia de las actividades, medios y métodos seleccionados para el entrenamiento.
El objetivo es que las cargas provoquen transformaciones funcionales, bioquímicas, morfológicas y psíquicas, en procesos de adaptación, como forma de aumentar la capacidad de rendimiento deportivo.

3. Actividades adecuadas de los niños

Las actividades de los niños en la primera edad escolar deben caracterizarse únicamente por el conjunto de gestos que la determinan. Si los gestos son lo suficientemente proporcionales a las capacidades de cada uno y se los propone de manera que interesen y diviertan, entonces se logró el objetivo.

El entrenamiento intensivo precoz es totalmente erróneo y está alejado de las necesidades biológicas y psicológicas infantiles. El aprendizaje prematuro, que produce rápidos aumentos del rendimiento, suele ser antieconómico e inútil, ya que fija actitudes y estereotipos dinámicos primitivos, que traen como consecuencia posteriores estancamientos y desarrollos insuficientes en etapas posteriores.

El concepto de rendimiento-salud debe asociarse hacia el desarrollo integral del niño y estar sustentado en un proceso pedagógico progresivo, sistemático y variable.

El entrenador debe aplicar la pedagogía y controlar bien el aprendizaje; pero sobre todo evitando que el niño "se queme" en las acciones de este aprendizaje, ya que de esa forma se abreviaría mucho su vida deportiva. No siempre la madurez necesaria para iniciar una disciplina deportiva es básicamente la madurez biológica, sino la psicológica y éstas no siempre coinciden totalmente en la edad evolutiva.  
Es necesario crear una metodología del entrenamiento del niño, un entrenamiento para el niño, es decir, un entrenamiento de adquisición y de desarrollo de aptitudes motrices que se diferencie del entrenamiento de alto rendimiento. No se trata de eliminar el entrenamiento de la educación, sino que no contradiga por sus métodos los fines de la misma.

Hay que empezar paulatinamente con el desarrollo de las cualidades físicas, siendo las más convenientes la capacidad aeróbica, la amplitud de movimiento, la fuerza dinámica, la resistencia muscular, las capacidades psicomotrices o coordinativas, el tiempo de reacción y la velocidad gestual.

4. Beneficios de un buen entrenamiento

-  Produce un mayor nivel de actividad infantil y un aumento generalizado del movimiento coordinado. 

-  Sienta las bases para el aprendizaje y rendimiento posterior. 

-  Expansiona las posibilidades motoras. 

-  Permite al niño formarse una imagen deportiva en general y de su deporte en particular y una mejor adaptación a la competición. 

-  Aumenta el crecimiento. 

-  Puede corregir defectos físicos que pudieran existir. 

-  Permite una integración progresiva en la sociedad. 

-  Aumenta el nivel de responsabilidad social. 

-  Supone un aprendizaje para el éxito o el fracaso deportivo y social. 

-  Potencia la creación y regularización de hábitos.

-  Contribuye a desarrollar el placer por el movimiento. 

-  Anula las limitaciones del sedentarismo.

-  Sirve de estímulo para la higiene y la salud.


REFLEXIONES ACERCA DEL ENTRENAMIENTO  EN LA INFANCIA


Probablemente, la acepción más extendida del concepto de entrenamiento deportivo es aquella que lo relaciona con el proceso llevado a cabo para la mejora del rendimiento en las competiciones. Sin embargo, el entrenamiento deportivo también pasa por ser un medio interesante para la formación integral de los jóvenes, mediante la aplicación de una metodología más educativa. 

Existen numerosos estudios fisiológicos, biomecánicos y psicológicos sobre el entrenamiento con deportistas adultos que contrasta con la escasa literatura sobre las características que debe reunir el proceso de construcción inicial del deportista. Pensamos que en el entrenamiento infantil se deberían anteponer objetivos educativos globales, aunque su consecución sea a medio y largo plazo, a otros objetivos más puntuales pero con menos proyección en la formación deportiva del niño, ya que dicha formación es un proceso largo y complejo que no conviene acelerar en aras sólo del éxito inmediato. 
Diversos autores han propuesto que en esta edad sólo se debe plantear un entrenamiento básico y multilateral, que desarrolle una base variada y amplia en los diferentes deportes, y la formación de un buen esquema motor, teniendo en cuenta que cada niño tiene una diferente velocidad de aprendizaje, debiéndose reorientar los contenidos en función de sus progresos individuales.  En este sentido, Hahn (1.988, p. 61) señala: En el entrenamiento con niños, el fin es la expansión de todas las posibilidades motoras para conseguir un amplio repertorio motor, a base del cual se podrían aprender formas motrices específicas, con mayor facilidad y rapidez y de forma más estructurada. El objetivo no es un incremento demasiado rápido de los rendimientos deportivos, que a pesar de ser factible, tendría poca duración, puesto que, pronto, se presentaría una sobresaturación por el deporte. 

El niño, además de una necesidad natural de movimiento y de comprobar sus límites, muestra interés por su condición física, utilizándolo como medida para destacar sobre los demás (competición social). Aprovechándose de ello, hay que empezar paulatina-mente con el desarrollo de las cualidades físicas, siendo las más convenientes la capacidad aeróbica, la amplitud de movimiento, la fuerza dinámica, la resistencia muscular, las capacidades psicomotrices o coordinativas, el tiempo de reacción y la velocidad gestual. 

Pero más importante que analizar las cualidades a desarrollar, nos parece más oportuno reflexionar sobre los medios a utilizar, diferenciando entre una experimentación práctica y la reiteración sistemática, que ya pasaría a ser entrenamiento. Así, cuando el niño salta, está experimentando, pero si le obligamos a realizar series de X saltos, con la intención de mejorar la fuerza explosiva, se convierte en un entrenamiento pliométrico o de multisaltos (Liarte y Nonell, 1998). Otro ejemplo podría ser el del niño que juega a relevos o persecuciones de forma esporádica (experimenta), diferenciándolo de aquél que todos los días realiza relevos de 80 m., lo cual desencadenaría en un entrenamiento anaeróbico láctico, que, por supuesto, está contraindicado para el organismo infantil. 

Del mismo modo, reconocemos que a lo largo de la vida existen unos periodos más propicios que otros para el desarrollo motor, en función de las características biológicas y psicológicas del individuo. Una vez conocidas éstas, es primordial aprovechar las fases más críticas o sensibles para el desarrollo de una determinada capacidad. Así, un estímulo adecuado sobre un sujeto en desarrollo produce un mayor efecto que sobre uno ya desarrollado (Martín, 1982, citado por Hahn, 1988). Por ello, si en esta edad no se aplican dichos estímulos, no se alcanzará el máximo nivel genéticamente posible aunque se pueda desarrollar posteriormente, por debajo de sus posibilidades funcionales. 

El desarrollo de la condición física en edad escolar, creemos está justificado, además de por los beneficios concretos en la salud del individuo, porque le capacita para una buena ejecución de las tareas deportivas y las destrezas motrices. Ahora bien, debemos asumir que el entrenamiento no será nunca neutral, sino que influirá en el desarrollo de los niños, beneficiándoles o perjudicándoles (Añò, 1997). 

Entre los beneficios que un entrenamiento adecuado puede aportar a los escolares, podemos resaltar las siguientes (Añò, 1997, Casimiro y Águila, 1999): 
        Produce un mayor nivel de actividad infantil. 
        Produce un aumento generalizado del movimiento coordinado. 
        Sienta las bases para el aprendizaje y rendimiento posterior. 
        Expansiona las posibilidades motoras. 
        Permite al niño formarse una imagen deportiva en general y de su deporte en particular. 
        El entrenamiento permite una mejor adaptación a la competición. 
        Aumenta el crecimiento. 
        Puede corregir defectos físicos que pudieran existir. 
        Permite una integración progresiva en la sociedad. 
        Aumenta el nivel de responsabilidad social. 
        Supone un aprendizaje para el éxito o el fracaso deportivo y social. 
        Potencia la creación y regularización de hábitos. 
        Contribuye a desarrollar el placer por el movimiento. 
        Anula las limitaciones del sedentarismo. 
        Sirve de estímulo para la higiene y la salud. 

El desarrollo de la condición física: salud y rendimiento 


Pero la realidad del deporte en edad escolar nos muestra como el entrenamiento en la infancia, en numerosas ocasiones, está enfocado a la obtención de resultados a corto plazo, constituyendo una forma de alto rendimiento en edades tempranas. Es entonces cuando sus valores educativos y sus presumibles efectos positivos sobre la salud se ven comprometidos por intereses eminentemente competitivos. 

Varios autores han diferenciado los componentes de una condición física dirigida al rendimiento de aquella que intenta mejorar o mantener la salud. En esta línea, pensamos que las capacidades que deben ser objeto de desarrollo en estas edades son, además de la velocidad y las capacidades psicomotrices, los componentes de la condición física-salud, que están asociados con un bajo riesgo de desarrollar prematuramente enfermedades derivadas del sedentarismo (Cantera, 1997). Dichos componentes, según diferentes autores son los siguientes: resistencia cardiovascular, amplitud de movimiento, fuerza y resistencia muscular. (Pate, 1988 y 1995; Carpersen y col., 1985; Pate y Shephard, 1989; Simons-Morton y col., 1990; American College of Sport Medicine, 1991 y 1998) 

Qué duda cabe que el entrenamiento que consideramos adecuado para la salud choca con el que busca el rendimiento, por cuanto éste se desarrollará bajo el prisma de la obtención de resultados y ello supone un trabajo específico técnica y físicamente, que debería abordarse en etapas posteriores. Esto causa que el proceso de formación del deportista se acelere, que a menudo es consecuencia de las presiones sociales e incluso de los propios familiares.  En este sentido, es fundamental que tanto los padres como los entrenadores tengan una buena formación e información deportiva, para que comprendan que la E.F. y la actividad físico-deportiva favorecen el desarrollo integral de su hijo como persona, y no lo sometan a presiones competitivas ni a expectativas de éxito, ya que más tarde se pueden convertir en frustraciones si no han sido satisfechas dichas ilusiones. 

Además, hemos de tener en cuenta que el niño comienza en el deporte influenciado por amigos, televisión, padres, etc., y continúa si se divierte, pero abandona pronto si no son satisfechas sus necesidades lúdicas. Así, el paso del juego al deporte debe hacerse gradualmente, con objetivos mínimos y de razonable consecución, para que tenga la sensación de progreso. Por ello, el entrenamiento con niños puede servir como preparación para el deporte de elite, pero nunca puede ser un entrenamiento de elite (Hahn, 1988). 

En otro sentido, tal como indican las normativas del Consejo Superior de Deportes (1981), citado por Año (1997, p. 51): a la actividad deportiva escolar deben tener opción todos los alumnos, sin diferencia de edad, sexo o condición física... Hay que desechar la costumbre de concebir el deporte escolar sólo como deporte de competición, pues también es deporte cualquier actividad motriz realizada con espíritu y mentalidad deportiva, buscando en esta actividad un complemento a la participación intelectual para la consecución de un mayor equilibrio en la formación del alumno. 

Entre los objetivos de dicha Normativa ya se planteaban, casi dos décadas atrás, los siguientes: 
1.    “El deporte escolar no puede ser discriminatorio, ni triunfalista”. 
2.    “Debe ser el punto de partida para la creación del hábito deportivo”. 
3.    “Es importante motivar a la participación por la participación... El deporte no empieza y acaba en la competición de los mejores”. 

Tal como indica Año, dichas preocupaciones se quedaron en meras intenciones teóricas y nunca fueron una realidad práctica. 
Del mismo modo, la especialización excesivamente temprana conlleva a un número muy limitado de acciones motrices que puede perjudicar la adaptación posterior, cerrando así las posibilidades futuras del deportista. Además, a nivel psicológico, las emociones suscitadas por el deporte (estrés competitivo, tristeza por perder, frustración por no jugar, etc.) son muy acusadas por los niños, debido a su gran inestabilidad emocional. 
Para Barroco (1989, p. 273): “la especialización no debe ser aceptada porque daña la personalidad del niño, no permite crear y establecer las bases indispensables para un surgimiento óptimo de las aptitudes especiales, y porque fijando hábitos motores retira la plasticidad adaptativa a la evolución del individuo, impidiendo el pleno rendimiento que en otras circunstancias podría ser obtenido”. En definitiva, con dicha especialización precoz se pueden conseguir resultados inmediatos pero con conductas mecanizadas. 
Tal como indica Torres (1996), muchos niños prodigio se pierden en el anonimato a la edad que se suponía iban a ser grandes campeones. En cambio, otros niños que parecían no tener posibilidades, en comparación con los anteriores, más tarde han conseguido niveles mucho más altos, fruto todo ello de una mala planificación en los primeros años. 
Algunos riesgos, como consecuencia de un inadecuado entrenamiento en estas edades, son los siguientes (Año, 1997): 
        Sobrecarga. 
        Defectos físicos derivados de la práctica deportiva. 
        Cambios en el metabolismo. 
        La práctica del entrenamiento es fácilmente manipulable. 
        Múltiples abandonos entre quienes comienzan muy pronto. 
        Inadaptación social. 
        Exceso de sistemas autoritarios. 
        Excesiva repetición y empleo de métodos analíticos. 
        Utilización excesiva del refuerzo. 
        Desequilibrios psico-físicos. 
        Limitación del desarrollo posterior y anulación de otros campos de acción. 
        Aumento de la agresividad infantil. 
        Exceso de responsabilidad. 
Hahn (1988) incide en dichos riesgos, indicando que las objeciones a la especialización precoz, provienen desde varios puntos de vista: 

1.  Fisiológico, aludiendo a la peligrosidad del sobre entrenamiento para el desarrollo físico del niño, afectando fundamentalmente al: 
        Sistema metabólico: trastornos menstruales en las niñas, desequilibrios hormonales, disminución del peso corporal, etc. 
        Sistema inmune, reduciendo las defensas del organismo frente a las infecciones, etc. 
        Sistema locomotor: alteraciones en el proceso de crecimiento, micro traumatismos repetidos, que pueden causar lesiones óseas
(Fracturas por estrés, Osgood-Schlater, etc.). 
        Sistema cardiovascular: disminución de la cantidad de hemoglobina, hipertrofias cardiacas, etc. 

2.  Psicológico, en el sentido que una excesiva solicitación del psiquismo infantil hacia el resultado, influye negativa-mente en su personalidad. 

3.  Sociológico, ya que puede ser anti educativo y antisocial premiar en el niño su afirmación sobre los demás. 
Todas estas alteraciones se producirían en sentido inverso, o sea mejorándose, a través del ejercicio moderado y controlado. Así, un educador debe tener claro que una medalla no vale más que la salud de un joven.  Otra circunstancia problemática que afecta al entrenamiento infantil es el abandono del mismo por parte de los jóvenes. Las causas para que se produzcan dichos abandonos, según Hahn (1988) proceden de: 
        Mal enfoque del entrenamiento: monotonía, presión,... 
        Objetivos no realistas, que no coinciden con los deseos infantiles. 
        Excesivo entrenamiento, no quedándoles tiempo para otras actividades imprescindibles: amigos, familia o tiempo libre. 
        Procesos de aprendizaje mal programados. 
        Introducción errónea de la competición, lo que les crea un gran temor psicológico y estrés competitivo. 

Competitividad en Deportes Infantiles


El presente estudio pretende echar luz acerca de la competencia a edades tempranas. Busca evidenciar la conveniencia o no del desafío en niños, la forma de lograr competitividad y el papel que juegan los distintos agentes del contexto deportivo. ¿La competición es buena o es mala?

En la actualidad un sinnúmero de interrogantes aparecen en función de exponer o no a los niños a los efectos de la competición. Existen posturas claramente definidas al respecto, se encuentran por un lado aquellos que sostienen que es ampliamente nociva la competición a edades tempranas y por otra parte, hay quienes consideran que es la única forma posible de que el deportista se acostumbre a la presión de la competición y le pueda resultar satisfactorio.

Personalmente considero que existe una confusión en principio conceptual acerca de que es la competición, como se puede buscar la competitividad en los niños, y esencialmente como cada uno de los procesos que los niños atraviesan se ven claramente influenciados por los reforzadores externos, que terminan configurando la asertividad o no del proceso.

Personalmente considero que resulta más operativo utilizar el enfoque de la Evaluación Social que realiza Martens acerca de la competición, el cuál considera que la competición es algo más que un suceso único, sino que implica un proceso que abarca varios estadios o fases:
1.     Situación Competitiva Objetiva. 
2.     Situación Competitiva Subjetiva. 
3.     Respuesta. 
4.     Consecuencias. 

La situación competitiva objetiva es el desafío de la prueba propiamente dicho, lo cual incluye un patrón de comparación ya sea con otras personas, con registros personales anteriores o con un nivel ideal de rendimiento.

Por su parte, la fase de competitiva subjetiva es clave y consiste en el modo en que la persona percibe, acepta y valora la situación competitiva objetiva. Factores tales como capacidad percibida, la motivación, la importancia de la situación competitiva y el adversario pueden influir claramente en la evaluación subjetiva del entorno competitivo. El desarrollo de una correcta capacidad de evaluación de la situación competitiva objetiva determinará un estilo de deportista con motivación para el logro, o competitivo.

Una vez que la persona ha evaluado la situación decide si participar en ella o no, iniciando la tercer fase del proceso de competición que es la respuesta. La misma se da en niveles conductuales, fisiológicos y psicológicos.

Luego de la respuesta comienza la fase final es decir la comparación de la respuesta del deportista con el patrón de comparaciones. En función de esto las consecuencias normalmente suelen ser positivas o negativas, las cuales suelen asociarse con éxito o fracaso. No obstante es más importante la percepción que el deportista tiene de sus resultados que las consecuencias objetivas. Es decir que si el deportista considera que ha elevado su nivel de ejecución, por más que no haya ganado, posiblemente las consecuencias continúen siendo positivas y actúen como incentivo o motivadoras para próximas situaciones competitivas.

Pero también hay que tener en cuenta otro aspecto en esta fase final, especialmente en el deporte infantil, y es la valoración de los terceros cercanos al deportista. El entrenador, los padres, los amigos o familiares puedan transformar una valoración positiva del deportista en una catástrofe emocional. Suele encontrarse en ocasiones que parte del entorno del deportista vivencia cada derrota de su niño como un fracaso catastrófico. Indudablemente esta sensación desencadena emociones negativas en el deportista y lo único que propicia es la evitación de la situación competitiva.

En función del modelo de Evaluación Social aquí presentado, existen dos fases en función de las cuales debemos trabajar ayudando a los niños y son las fases 2 y 4. Una correcta evaluación de la situación competitiva objetiva y consecuencias adecuadas perfilarán sin duda un estado competitivo en los niños deportistas.

La evaluación de la situación competitiva depende en gran manera de la capacidad percibida que tenga el niño acerca de sí mismo. Si el niño considera que puede dominar o no el evento es lo que lo llevará a participa o tenderá a evitar la competición. Ineludiblemente deben existir programaciones cognitivas, a nivel mental de forma tal que posibilite que cada niño encuentre en la competencia una posibilidad de aprendizaje más que una amenaza que atenta contra su capacidad deportiva.

Existen mayoritariamente dos estilos formativos en la progresión deportiva del niño, uno es orientado a la ejecución mientras que el restante es orientado al resultado. Resulta necesario remarcar que es imprescindible que la mejor orientación motivacional es aquella orientada hacia la ejecución.
La misma se caracteriza por la orientación de la persona hacia el esfuerzo por conseguir sus metas, con persistencia a pesar de los fracasos y con la sensación de orgullo por las ejecuciones realizadas. Este estado motivacional de logro en el ámbito deportivo se conoce como competitividad.

La competitividad configura deportistas que tienden a buscar desafíos, que se esfuerzan por conseguir sus objetivos y que persisten en su actividad a pesar de derrotas o lesiones. Obtienen placer por la actividad que realizan.

¿Cómo se configura la competitividad? ¿Qué debemos hacer? Esencialmente lo primero que debe realizarse es definir los roles que cada uno debe asumir. Es decir el entrenador es el encargado de formar al deportista y los padres son los encargados de acompañar a su hijo deportista, no de acompañar a su hijo ganador o de abandonar a su hijo perdedor. Todas las consecuencias que obtenga el deportista por su actuación servirán como energía para continuar o para evitar las próximas competiciones.

Entonces a partir de lo aquí expuesto es que tenemos que tratar el tema de las recompensas, los premios y los castigos. Ya sea por parte del entrenador o por parte del entorno es esencial premiar el esfuerzo por competir, por mejorarse y olvidarse de castigar por resultados adversos. Habitualmente suele suceder que el viaje de ida es placentero y el viaje de vuelta de la competición resulta un verdadero calvario.

Desde ahí se puede trabajar para formar la competitividad de los deportistas infantiles, premiando sus ejecuciones independientemente del resultado. Trabajando en función de sus ejecuciones mucho más que en función de los resultados obtenidos, de lo contrario pueden llegar a encontrarse con varios deportistas adolescentes totalmente frustrados y alejados de la práctica activa, dado que al ser desarrollados precoces a edades tempranas obtenían muchos resultados y eran constantemente premiados. El riesgo es cuando se equiparan las capacidades físicas y desaparecen los premios, en consecuencia desaparece el placer por la práctica de la actividad. Técnicamente este proceso suele conocerse como agotamiento emocional, y es el producto de castigos por la falta de resultados.

En función de lo expuesto queda planteada la pregunta ¿la competición es buena o es mala? Personalmente considero que la competición es un proceso social, que no es buena ni es mala en sí, sino que depende de los reforzadores que se le apliquen, de la orientación que le otorguen los agentes del contexto deportivo. Mucha gente obtuvo gran placer por competir de la misma forma que otra obtuvo frustración y displacer.

Considero que la práctica deportiva al igual que la educación son un proceso social en sí, y que la idea central para mantener y consolidar estos procesos no debe ser únicamente obtener doctorados ni maestrías sino asegurarse que la educación inicial cuente cada vez con más participantes.

Es este el desafío que nos queda planteado a todos aquellos que formamos parte del entorno deportivo, no sólo lograr formar campeones sino conseguir que la base de la pirámide deportiva resulte cada vez más grande.